No se logró, si bien en países como México, que sí dispone de un tablero parcial de etiquetas propio en Twitter, sí que se coló entre las diez primeras.
Y bien, ¿para qué ha servido esto? Los bienpensantes puede que crean que no fue sino otra pérdida más de tiempo de los frívolos alucinados por todo lo que huela a 2.0. Yo me quedo con el valor como experimento del uso de una herramienta para canalizar lo que se ha dado en llamar la "inteligencia colectiva".
No hace mucho apareció un artículo en la prensa en el que se contaba cómo se había empleado un sistema novedoso para resolver un problema científico: un grupo de jugadores en red, muchos de ellos sin experiencia en el campo que se trataban, dilucidaron mejor la estructura tridimensional que adoptan ciertas proteínas que el más potente ordenador imaginable. La inteligencia colectiva humana venció a la tecnología informática más potente.
Las redes sociales y herramientas como Twitter precisamente pueden servir para dar rienda suelta a esa inteligencia colectiva, a salir del aislamiento y poder apoyarse en otros para resolver los propios problemas. Algo muy sencillo, como se puede ver. No hay que entrar en grandes análisis y teorías sobre la Web social para darse cuenta de lo útil que puede llegar a ser.
Ahora bien, si estamos encantados en nuestro ortodoxo aislamiento, rodeados de los Libros que todos sabemos, pues probablemente podamos seguir pensando: "pero qué juguetones y qué desocupados están estos muchachos."