29.5.13

XI Jornadas CRAI: Mis reflexiones (y II)


Si alguien te dice que tiene hambre no le des un pez, enséñale a pescar
(Sobajado proverbio chino) 

Siguiendo con mis reflexiones sobre lo que nos dijeron en las Jornadas CRAI, me llamó mucho la atención la forma de entender la relación con los estudiantes. La subida de tasas, según nos decían, les confería más "poder", por así decirlo, en la universidad y por lo tanto la relación tenía que cambiar. (Como anécdota, nos contaron que cuando el personal quería protestar por los cambios, llegaron los estudiantes por medio de sus representantes a decir a los sindicatos: "nosotros pagamos y a nosotros nos gustan los cambios, así que los aceptáis" y pararon las protestas.)

Esto implica que lo que pretendan sea dar un servicio "total" a los alumnos, todos los días del año y a todas las horas del día. Tal vez los ejemplos que eligieron fuesen un tanto exagerados, como siempre se suele hacer para ilustrar mejor las situaciones, pero daban pie a pensar en la cuestión que indiqué en el anterior mensaje de aquello de pedir un kilo de peras en un taller de coches. Y es que estos servicios convergentes igual dan información bibliográfica, orientación profesional o solucionan cuestiones administrativas que consuelan a un estudiante al que le ha dejado la novia el día previo a un examen, le aconsejan sobre un corte de pelo o cosas de este estilo. Son ejemplos que allí nos dieron, no me los invento. Bien está garantizar el bienestar de los estudiantes, que se sientan bien en nuestra universidad y que no tengan la idea de irse por cosas que se pueden solucionar fácilmente pero, ¿hay que llegar a tanto?

Quizá me voy a ir por los cerros de Úbeda desde ahora. Soy padre y como tal quiero lo mejor para mis hijos. Vivimos en una época frenética en la que es muy difícil conciliar la vida laboral y la familia, especialmente para las mujeres. Dedicamos a nuestros hijos mucho menos tiempo del que quisiéramos y tal vez eso, en nuestro subconsciente, nos lleva a malcriarlos. ¿Cómo no les voy a dar caprichos, cómo les voy a negar nada?

De ese modo, hacemos los deberes con ellos, estudiamos con ellos, jugamos con ellos y hasta cambiamos sus cromos con otros padres a la entrada del colegio. Yo no digo que esto no se deba hacer, pero es que además de mimarlos hay que enseñarles a ser autónomos, a ser personas por sí mismos. Porque luego llega la universidad y en lugar de permitir que esos chicos que ya son mayores de edad se empiecen a buscar la vida por sí mismos, somos los padres los que vamos a hacer la matrícula e incluso preguntamos dónde está la clase a la que tiene que ir el niño que, más grande que un castillo, está mudo un paso detrás de nosotros. (¡Ojo! Que con esto no digo que no tengan que venir los padres a ver donde estudian sus hijos, eso me parece fenomenal, sino que los protagonistas han de ser los propios estudiantes)

Cuando yo estudiaba, si veíamos algo así nos partíamos de risa: ¡pero chico, que ya eres mayor y tienes que aprender a hacer las cosas tú solito! Sin embargo, hoy en día lo raro es que los estudiantes hagan esas cosas sin el padre o la madre al lado llevando la voz cantante...

Quizá sea una idea equivocada, pero creo que los estudiantes no vienen a la universidad sólo a aprender cosas y a hacerse buenos profesionales. También vienen a convertirse en personas, unas personas que no sólo puedan devolver a la sociedad lo que ésta les ha dado, sino también que se sepan mover en el mundo real, que todos sabemos que en muchos casos es muy parecido a una jungla. Bien está que la universidad intente a toda costa que el alumno no se vaya y que se sienta a gusto en ella, pero las cosas que nos decían en las jornadas fueron tales que en una ocasión tuvieron que aclarar que no se trataba de ser paternalistas ni de ofrecer apoyo a estudiantes débiles y desvalidos... Si lo tuvieron que aclarar por algo sería...

Por otra parte, no me parece positivo que los estudiantes sean estudiantes las 24 horas del día, del mismo modo que tampoco me parece positiva la obsesión por el trabajo. Tener vida privada es tan importante como ser un magnífico estudiante o un excelente profesional y eso también se debería potenciar. No todo en la vida de los estudiantes ha de pasar por la universidad...

Como conclusión general y, dado que soy optimista por naturaleza y quiero sacar algo positivo de todo, este ejemplo nos debería mostrar que hemos de cooperar entre todos los servicios universitarios. Tal vez no haya que llegar a la fusión o a la "superconvergencia", pero sí contradecir esa frase del Evangelio que indica "que tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda", es decir, que todos sepamos lo que hacen los demás para establecer sinergias (como se dice ahora), respetar nuestro trabajo y que el servicio que ofrecemos a nuestros usuarios sea para ellos óptimo.

27.5.13

XI Jornadas CRAI: Mis reflexiones


Un espectro recorre Europa: el espectro de Milton Friedman

Acabo de asistir a las XI Jornadas CRAI, que han tenido lugar en Madrid los días 23 y 24 de mayo y que, por cierto, han organizado magníficamente mis compañeros de la Biblioteca de Colmenarejo de la UC3M. Cuando uno va a este tipo de eventos suele volver con buen sabor de boca, porque se presentan avances, ideas innovadoras, incluso rompedoras, que animan a seguir esos caminos mostrados de forma que el servicio que prestamos sea cada vez mejor. Sin embargo, he de decir que en este caso no ha sido así...

El asunto de las Jornadas era la "superconvergencia" de servicios en la enseñanza superior del Reino Unido, algo que, a decir de una de las ponentes, "suena igual de estúpido en inglés que en castellano". No entro en eso; lo cierto es que lo que nos contaron que habían hecho en sus universidades más me preocupó que me entusiasmó.

Las tres ponentes dejaron muy claro que lo que allí contaban no tenía por qué ser extrapolable a otros países, ni siquiera a otras instituciones, ya que cada una de ellas lo había hecho en función de sus características peculiares. El primer hecho que me llamó la atención fue la distinción que, al parecer, se hace en el Reino Unido entre "universidades de docencia" y "universidades de investigación". Lo que nos contaban era aplicable al primer tipo, mientras que los centros encuadrados en el segundo (las grandes universidades, tipo Oxford o Cambridge) ni se habían planteado hacer converger sus servicios. Sin embargo, en España no existen esas distinciones y no se puede entender una universidad sin investigación, o al menos eso me parece...

Y es que de lo que se trata es de "fundir" servicios, agrupar en un solo organismo "convergente" la biblioteca, los servicios informáticos, la gestión académica, la conserjería, la orientación profesional y otros servicios no tan habituales en España como la asesoría psicológica, de imagen e incluso asistencia religiosa. ¿Cuáles son las ventajas de esto? Obtener un servicio mucho más centrado en el estudiante y, claro esta, el ahorro, especialmente en personal. Hicieron bastante hincapié en que no habían despedido a nadie, pero sí había habido gente que se marchó al no querer adaptarse a los cambios propuestos.

Lo de que los servicios estén totalmente volcados en el bienestar del estudiante no suena mal, evidentemente, y parece que es lógico en esas universidades "de docencia". Pero tiene detrás un trasfondo que no se puede separar de la terrible crisis que padece toda Europa. Una crisis que parece que sólo se puede solucionar mediante recortes y restricciones presupuestarias.

El Reino Unido, por mucho que no padezca el euro, no está al margen de estos problemas y menos siendo uno de los laboratorios en los que se experimentó ese modo de entender la economía que idearon Reagan y Thatcher y ahora parece ser el único que se puede plantear. Sin embargo, hasta hace poco los estudiantes de las universidades públicas no debían de pagar tasas. Nos hablaron de su introducción como algo relativamente reciente y, además, las tasas son tales que ríase usted de las que ha metido aquí el ministro Wert. El resultado es que, al pagar tanto, hay que considerar al alumno como un "cliente", como un "socio" y hay que mimarle.

Aquí ya habría materia de debate. A mí jamás me han gustado este tipo de denominaciones cuando nos referimos a servicios públicos, dada la connotación de intercambio comercial que tienen. Yo no estoy aquí para vender nada a nadie, por lo cual no tengo clientes, sino usuarios. Pero bueno, concedamos que si yo tengo que pagar 9.000 libras esterlinas por un curso universitario, al menos tengo derecho a exigir servicios de calidad. Nada que objetar. Sin embargo, eso de que el cliente siempre tiene razón habría que tomarlo con cuidado. Todos somos clientes de algo, pero hemos de tener claro que si voy a un taller de coches no puedo pedir que me vendan un kilo de peras, y que si voy a la frutería no puedo pedir que me cambien el aceite del coche. 

Sin embargo, en estas universidades no parecen tener eso tan claro. Hay que decir que en los tres casos, se trata de universidades no muy grandes que hasta no hace mucho tiempo ni siquiera se consideraban como tales. Eran una especie de escuelas politécnicas que llegado un momento se convirtieron en universidades. Un caso muy particular, pues. Hay una feroz competencia por atraer y, sobre todo, conservar a los alumnos. Cabe suponer que las restricciones presupuestarias son tales que hay que justificar hasta la última libra que un gobierno rácano entrega a estas instituciones. Nos dieron un dato terrible: la pérdida de 100 alumnos (que decidan sobre la marcha dejar la carrera) les suponía un recorte presupuestario de 3 millones de libras (3,5 millones de euros). Es lógico pues, que los intenten mantener a toda costa.

Por todo esto, en ocasiones la sensación que tuve es que más que un progreso, una idea rompedora, nos estaban mostrando una solución (casi desesperada) para una grave situación de crisis, algo que no podría existir sin la crisis...

(Dado que ya me estoy extendiendo demasiado, dejo para otro mensaje lo referido a los alumnos como "clientes" o "socios" y su forma de relacionarse con ellos.)