19.2.08

Más sobre el "asunto Dallas"

No, no quiero decir que el mítico J.R. siga por ahí haciendo de las suyas. Me refiero a la polémica suscitada en las bibliotecas públicas de la gran ciudad tejana sobre el acceso de los usuarios de los ordenadores públicos a páginas con pornografía o contenidos sexuales. La cosa sigue porque al parecer los responsables políticos no se ponen de acuerdo sobre la forma de solucionar el "problema".

Mientras que algunos miembros de la corporación municipal son firmes partidarios de la instalación de filtros que impidan la entrada a páginas de ese tipo, otros optan por un tipo de control diferente. Serán los bibliotecarios los guardianes de la moralidad pública, bien que ayudados por la tecnología.

Se propone la instalación de unos programas que detecten cuándo un usuario está accediendo a páginas de digamos "contenido inapropiado" y que reaccionen mandando un aviso al bibliotecario de turno. Éste tendrá que dejar la actividad que esté desempeñando para acercarse al ciudadano en cuestión para advertirle de que lo que está haciendo está muy, pero que muy feo.

Imagino que en la biblioteca habrá que crear un grupo transversal para determinar qué páginas han de calificarse como de "contenido inapropiado".

A veces hay remedios peores que las enfermedades...

(¿Queréis leer la noticia?)

6.2.08

Un eterno (y aburrido) debate


(Agudeza visual: descubrir en menos de diez segundos cuántos libros o revistas están utilizando estos aplicados estudiantes que gentilmente ocupan los puestos de lectura de esta biblioteca)

Tengo claro que en esta profesión hay algunos debates que son ya cansinos. El del intrusismo, por ejemplo. Tampoco se queda manco el del dilema biblioteca-sala de estudios que periódicamente se repite en ciertas épocas del año y, a pesar de su banalidad, suele encender los ánimos entre estudiantes e incluso entre los colegas. Esta semana he podido leer una carta (y los consiguientes comentarios) en la prensa donde se pueden encontrar las posturas tópicas y típicas de los habitualmente interesados.

Os lo enlazo, para que lo lea quien quiera. Lo han titulado "En exámenes y sin biblioteca" (música dramática de fondo).

Todo comienza por una carta en la que dos estudiantes se lamentan porque la biblioteca municipal (ojo, no universitaria) de su barrio está cerrada por obras y "se tienen que desplazar a las de otros barrios con lo que eso supone, saturarlas". (Menos mal que reconocen que son un elemento saturador).

Entre los comentarios a esta carta el primero es el que me parece más sensato. Quien lo hace, tras reconocer que una biblioteca es el mejor sitio para estudiar añade: "pero las bibliotecas se crearon como lugar de lectura para los ciudadanos". ¡Huy lo que ha dicho! ¿Cuánto tardaría en salir el "apuntófago" de turno a bramar?

Poco. Cuatro comentarios más abajo ya sale uno diciendo que quien piensa así vive en "urbanizaciones privadas y zonas nobles" y que en su barrio había muchos quinquis y por eso no tenía más remedio que irse a la biblioteca municipal a estudiar. No sé, no sé... Yo he vivido 30 años en San Blas, que tiene fama de ser uno de los peores barrios de Madrid y eso no me impidió estudiar en mi casa de 50 metros cuadrados en la que convivíamos cinco personas... Pero vamos, es sólo mi caso, no extrapolable, desde luego (no sea que me llamen ricachón y listillo).

Otro, que parece más moderado, sale con que "las bibliotecas están diseñadas para estudiar". Qué lástima... (Lo digo más que nada por los que escriben libros de 300 páginas sobre diseño y planificación de bibliotecas. ¡Qué pérdida de tiempo!)

Y otros emplean un argumento que (desgraciadamente) he podido leer a algunos colegas: si no fuesen ellos (los estudiantes y "apuntófagos") a las bibliotecas, éstas se encontrarían vacías porque, según unos, los ciudadanos en lugar de leer prefieren "ir a los bares a ver la Champions"; otro va más lejos y dice que fuera de las "épocas de exámenes" las bibliotecas "están desiertas a excepción de algún mendigo o jubilado leyendo el periódico".

Menos mal que hay alguno dentro de la tendencia "sala de estudio" que al menos ve las cosas claras: "El rector amplía el horario de la biblioteca en exámenes para quedar bien y realmente lo que hace es abrir un aula con mesas y sillas y cerrar la biblioteca porque mantenerla abierta 'es muy caro' (palabras textuales)."

En conclusión, y según la vox populi:

-Hay algunos ciudadanos que, menos mal, tienen claro que las bibliotecas no son exclusivamente para estudiar apuntes y se quejan de que avalanchas de estudiantes en ciertas épocas los expulsen de ellas.

-Hay algunos estudiantes que se dan cuenta de que ciertas ampliaciones de horarios sólo son acciones de cara a la galería; el problema es que quienes las hacen dan a los "apuntófagos" (minoría más que ruidosa) lo único que piden: mesa, silla y climatización.

-Los "apuntófagos" piensan que los estudiantes que memorizan sus apuntes en sitios que no sean una biblioteca son ricos que viven en palacetes. Posiblemente no se han parado a pensar que en todas las bibliotecas de España, sean del tipo que sean, no hay sitio para albergar a todos los estudiantes universitarios que hay (añadámosle además los muchos de Bachillerato que llegado el momento preparan la selectividad y los también muchos opositores. Vamos, que el Gobierno ha de estar encantado de comprobar la enorme cantidad de ricos que hay en España...)

-Algunos "apuntófagos" opinan, al igual que algunos colegas de profesión (repito: desgraciadamente), que sus avalanchas son buenas porque si no las bibliotecas estarían vacías o sólo las utilizarían algunos "mendigos y jubilados". Además, están diseñadas específicamente para estudiar.

Yo ya no digo nada más...