2.12.09

No lo iba a hacer, pero...

...me han tocado las narices.

MANIFIESTO EN DEFENSA DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES EN INTERNET

Ante la inclusión en el Anteproyecto de Ley de Economía sostenible de modificaciones legislativas que afectan al libre ejercicio de las libertades de expresión, información y el derecho de acceso a la cultura a través de Internet, los periodistas, bloggers, usuarios, profesionales y creadores de internet manifestamos nuestra firme oposición al proyecto, y declaramos que…

1.- Los derechos de autor no pueden situarse por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como el derecho a la privacidad, a la seguridad, a la presunción de inocencia, a la tutela judicial efectiva y a la libertad de expresión.

2.- La suspensión de derechos fundamentales es y debe seguir siendo competencia exclusiva del poder judicial. Ni un cierre sin sentencia. Este anteproyecto, en contra de lo establecido en el artículo 20.5 de la Constitución, pone en manos de un órgano no judicial – un organismo dependiente del ministerio de Cultura -, la potestad de impedir a los ciudadanos españoles el acceso a cualquier página web.

3.- La nueva legislación creará inseguridad jurídica en todo el sector tecnológico español, perjudicando uno de los pocos campos de desarrollo y futuro de nuestra economía, entorpeciendo la creación de empresas, introduciendo trabas a la libre competencia y ralentizando su proyección internacional.

4.- La nueva legislación propuesta amenaza a los nuevos creadores y entorpece la creación cultural. Con Internet y los sucesivos avances tecnológicos se ha democratizado extraordinariamente la creación y emisión de contenidos de todo tipo, que ya no provienen prevalentemente de las industrias culturales tradicionales, sino de multitud de fuentes diferentes.

5.- Los autores, como todos los trabajadores, tienen derecho a vivir de su trabajo con nuevas ideas creativas, modelos de negocio y actividades asociadas a sus creaciones. Intentar sostener con cambios legislativos a una industria obsoleta que no sabe adaptarse a este nuevo entorno no es ni justo ni realista. Si su modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo.

6.- Consideramos que las industrias culturales necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y asequibles y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen perseguir.

7.- Internet debe funcionar de forma libre y sin interferencias políticas auspiciadas por sectores que pretenden perpetuar obsoletos modelos de negocio e imposibilitar que el saber humano siga siendo libre.

8.- Exigimos que el Gobierno garantice por ley la neutralidad de la Red en España, ante cualquier presión que pueda producirse, como marco para el desarrollo de una economía sostenible y realista de cara al futuro.

9.- Proponemos una verdadera reforma del derecho de propiedad intelectual orientada a su fin: devolver a la sociedad el conocimiento, promover el dominio público y limitar los abusos de las entidades gestoras.

10.- En democracia las leyes y sus modificaciones deben aprobarse tras el oportuno debate público y habiendo consultado previamente a todas las partes implicadas. No es de recibo que se realicen cambios legislativos que afectan a derechos fundamentales en una ley no orgánica y que versa sobre otra materia.

Este manifiesto, elaborado de forma conjunta por varios autores, es de todos y de ninguno. Si quieres sumarte a él, difúndelo por Internet.

12.11.09

Cinco reflexiones breves sobre las redes sociales (suma y sigue)


La eterna "guerra no declarada" que mantiene la prensa de toda la vida (que aunque se disfrace de digital no deja de ser "de toda la vida") contra las redes sociales produce, casi a diario, artículos en los que sin ningún disimulo se declara la hostilidad de los "creadores de opinión" frente a unos medios que facilitan que la gente se cree opiniones por sí misma.

El último ejemplo que he visto se titula Los arrepentidos de Facebook y se publicó en el diario El País ayer, 11 de noviembre. Leyéndolo, con una hoja de papel al lado, he escrito cinco cosas que quiero compartir aquí.

¿Vanidad?

¿Por vanidad es por lo que la gente se da de alta en una red social? No niego que haya quien lo haga, pero no creo que sea la norma general. Pero claro, si el supuesto de partida es ése, difícilmente podremos sacar algo positivo de las redes sociales. Si no consigo tener en poco tiempo una cohorte de amigos que me rían las gracias y se postren ante mí cual ídolo, esto no valdrá para nada. Creo que esto es un tópico demasiado manoseado ya. Busquen otros argumentos, señores detractores.

Exhibicionismo

Estamos igual. Alguien que participa en una red social no tiene por qué ser un exhibicionista que sólo desea mostrar fotos de borracheras, de orgías y demás. Ahora, hay quien cae en ello. No creo que todo el mundo se sienta impulsado a mostrar su orientación sexual o sus aficiones más íntimas y ocultas en una red social, pero si lo hace ha de contar con las consecuencias al igual que si lo hace en cualquier foro público. En el artículo en cuestión se comenta el caso de un norteamericano que en su perfil de Facebook dejaba más que claro que era homosexual y luego tuvo que borrar casi todo al ingresar en el ejército. ¿Tiene Facebook alguna culpa en el problema? Y si el individuo en cuestión se hubiese subido vestido de drag queen a una de las carrozas del "Día del Orgullo Gay", le fotografían y sale en la prensa, ¿el problema no sería el mismo? Cada uno es responsable de las ostentaciones que haga, independientemente del medio en que aparezcan.

Son buenas, pero...

Pero claro, tampoco se puede remar contra corriente; 300 millones de usuarios de Facebook, por ejemplo, son demasiados como para considerar las redes sociales meros instrumentos del diablo. No hay otro remedio que reconocer que puede facilitar en muchos casos la vida de la gente, incluso subir la autoestima de quienes por otros medios tienen dificultades de relación sea por el motivo que sea. Pero... Siempre hay un pero, ya sea en forma de perjuicio a la productividad en el trabajo, o por el riesgo de despido al que cuelgue según que cosas, lo cual nos lleva a...

¿Colgar información sensible?

Siento la crudeza con la que voy a decir lo que sigue, pero hay que ser un necio o un inútil para situar en una red social una información que nos pueda comprometer. Y no me refiero a nuestra dirección de correo o nuestro domicilio (datos que ya están en poder de numerosas compañías que los ceden más que alegremente), sino fotos o comentarios que puedan perjudicarnos, máxime si tenemos la intención, por ejemplo, de seguir una carrera política. ¿Qué se puede llamar sino orate a ese juez que puso en una red social que su interés principal era "Romperme el pie estampándoselo a los fiscales en el culo... y mejorar mi capacidad de romperme el pie estampándoselo a los fiscales en el culo"? ¿Acaso la culpa de que este tío diga esas sandeces la tiene la red social?

Decir tonterías

Igualmente, si decimos bobadas en nuestros perfiles de las redes sociales, los responsables únicos seremos nosotros. ¿Qué culpa tiene la red social? Imaginemos a un individuo que se pone a hacer comentarios machistas o racistas en la barra de un bar. ¿Tendrá la culpa el dueño del bar? La tendrá si está en connivencia con el energúmeno y se une a su coro, pero si le echa a patadas, como sería lo lógico, ¿habría que escribir un artículo analizando los grandes peligros de hablar a voces en los bares?

9.11.09

El "peligro" de las redes sociales, ¿es algo nuevo?


Nos llueven a diario noticias sobre las cosas tan malas malísimas que nos pueden pasar si no usamos las redes sociales con cabeza. La penúltima, la semana pasada, nada menos que con la autoridad de una reunión de "hackers" en Barcelona. (Hago un inciso: no sé si será por el "efecto Salander" o por qué, pero los "hackers", que no hace mucho eran algo así como unos diablos ahora parecen ser una suerte de querubines cibernéticos. Ahora los malos son los "crackers", con nombre de aperitivo salado). ¡Cuidado con lo ponemos ahí! ¡Nada está a salvo! ¡Todo es vulnerable! ¡Nuestros datos más íntimos, nuestras fotos enseñando la barriga y el vello de la espalda están al alcance de cualquiera...!

Para no ser reiterativo, no me explayaré con la que he llamado "brecha digital pavorosa" que estas informaciones podrían provocar (posiblemente sin quererlo) y a la que me referí en el mensaje anterior a éste. Sí que voy a insistir, porque creo que en algún otro foro he hablado de ello, de lo absurdo que me parece temer esto y no pensar en la cantidad de empresas que tienen nuestros datos y que hacen con ellos, muchas veces, lo que quieren.

Para ilustrarlo voy a contar dos historias. La primera data de ese periodo jurásico en el que Internet era aún un mero secreto militar estadounidense. Yo siempre he sido aficionado a la filatelia, de pequeño deseaba que llegase la Navidad, entre otras muchas cosas, para recolectar los sellos que venían con las felicitaciones o "christmas" (esos que, como a la estrella de la radio, mataron el correo electrónico y las redes sociales). Me daba una envidia terrible un compañero cuyo padre era conserje en un Ministerio y que recibía auténticas remesas de sellos provenientes de la profusa correspondencia oficial allí recibida. Así que cuando un día vi en una revista un anuncio de cierto club filatélico (nada que ver con el tristemente célebre Fórum Filatélico) que, mes a mes me enviaría a casa sellos de todo el mundo con los que conformaría una magnífica colección, no dudé en apuntarme tras obtener el permiso correspondiente de mis padres. Al cabo de un tiempo, harto de recibir estampitas de Guinea Ecuatorial cuya impecable factura me hizo sospechar de su autenticidad, me dí de baja.

Cuál no sería mi sorpresa cuando empecé a recibir en casa publicidad a mi nombre (yo era entonces un chavalín y no era habitual) de enciclopedias, clubes de todo tipo (entre ellos uno de fotografía del que me llegó una carta casi indignada porque no les mandaba carretes para revelar) y demás futesas que tenían todas en común llevar el número de socio que se me había asignado en el club filatélico de marras. Evidentemente, mis datos habían pasado por mil manos, como la "farsa monea", pero en este caso sí que se los habían "quedao".

La segunda historia es mucho más reciente. La empresa que me suministra el agua es el Canal de Isabel II. Un día recibí una carta suya en la que se me decía que si no indicaba por escrito mi opinión contraria (y entonces sí que estábamos de lleno en la era de Internet), cederían todos mis datos en su poder a no sé que empresa de mercadotecnia para que me pudiera enviar toda la publicidad que le diera la gana. Por supuesto les contesté que les negaba mi permiso y a la vez protesté porque una medida de ese tipo me parecía indigna: ¿Cuántas personas mayores -y no tan mayores- no contestarían y verían así sus datos "vendidos"? ¿No sería lo normal pedir nuestro permiso por escrito y no recurrir al "quien calla otorga"?

Por tanto, los atropellos cometidos con nuestros datos no son un invento de la era de Internet. Tal vez la tecnología favorezca el trapicheo, pero no lo ha creado. No pensemos que hemos descubierto las sopas de ajo.

2.11.09

Brechas digitales

Entre el 28 y 30 de octubre ha tenido lugar en Leganés la II Conferencia Internacional sobre Brecha Digital e Inclusión Social que organizaron en conjunto el Instituto Agustín Millares de la Universidad Carlos III de Madrid y la Universidad de Costa Rica. Tuvieron la deferencia de invitarme para que presentase, en una de las mesas redondas, el proyecto de biblioteca 2.0 que tenemos entre manos en esta casa.

Como siempre, es una ocasión para intercambiar ideas, encontrarte con gente (esta vez tuve la suerte de conocer en persona a Dídac Margaix, todo un referente en Web 2.0), aprender mucho y de echarse algunas risas. Muchas cosas interesantes se oyeron en ese foro, pero sobre todo me quedo con dos cosas:
  • No hay una, sino varias brechas digitales. La más conocida es la de tipo socioeconómico, pero muchos países emergentes como México o Brasil la están estrechando cada vez más. El problema es que surjen otras de diferente tipo. En entradas anteriores hablé de una "brecha digital inversa" que podría surgir si no hacemos un esfuerzo por adaptarnos al uso que hacen de la tecnología las nuevas generaciones; en esta conferencia se habló además de lo que podríamos llamar una "brecha digital pavorosa", que se producirá entre quienes tienen miedo de usar las nuevas tecnologías o desconfían de ellas; entre quienes no se atreven a comprar o a entregar su declaración de la renta por internet porque "no se fían de que sea seguro".
  • Por otra parte, me llamó mucho la atención el que se viera la brecha digital no como un problema sino como una oportunidad. Que ante su presencia el planteamiento no fuese lo más o menos ancha que sea, sino cómo se salta. Es una forma optimisma de enfrentarse a las cosas que me gusta mucho.

20.10.09

Córdoba, 16 de octubre

La Asociación Andaluza de Bibliotecarios tuvo la deferencia de invitarme a las XV Jornadas Bibliotecarias de Andalucía, que se desarrollaron en Córdoba entre el 15 y el 17 de octubre. Tomás Bustamante, presidente del comité científico, me pidió que fuese allí para hablar de las nuevas posibilidades para las bibliotecas que ofrecen los mundos virtuales como Second Life. No voy a repetir aquí lo que allí dije; sólo quiero mostrar mi satisfacción por esas pocas horas que pasé allí, que me sirvieron para muchas cosas, pero especialmente para conocer personalmente a gente con la que llevo años teniendo trato virtual. Tal es el caso de Catuxa Seoane, que el día anterior habló de las "cosas 2.0" y que no pudo quedarse a nuestra mesa redonda. O de Tomàs Baiget, al que tuve a menos de un metro de distancia sin reconocerle, hasta que habló de los "chistes" que publica los viernes en Iwetel. Y, "last but not least", Cristóbal Pasadas, que moderó la mesa redonda y que con muy buen criterio me pidió "brevedad" para así poder hablar algo más de las herramientas 2.0, algo que no se pudo hacer el día anterior tras la intervención de Catuxa y que generó un debate entretenido y enriquecedor.

Doblemente satisfecho estoy porque, a diferencia de otras veces, en esta ocasión sí que pude dar un paseíto por nuestro campus de Second Life, aunque a Córdoba fui bien preparado con una serie de vídeos por si acaso. Mira por dónde, a lo mejor ya tengo excusa para crear mi propio canal en Youtube...

Reitero mis gracias a Tomás y a la AAB, cuya magnífica organización nos trató como a reyes...

29.9.09

Reflexión tras el debate

Tras el debate que generó en Iwetel el anterior mensaje de esta bitácora, una vez leídas las diversas aportaciones, se me ocurren varias reflexiones.

Las opiniones están muy polarizadas. Hay quien sigue pensando que dedicar tiempo a las redes sociales y demás para lo único que sirve es para desatender lo que llaman "servicios consolidados y de probada eficacia". Esto parece dar por sentado que quienes defienden la presencia de nuestros centros en las redes sociales quieren romper con el pasado y desmontar las estructuras heredadas para construir algo nuevo desde sus cimientos. Ni una cosa ni la otra. No creo que se desantiendan los servicios "de toda la vida", simplemente se intenta ampliar el catálogo de esos servicios aprovechando unas herramientas que hace poco no existían pero que hoy en día están muy arraigadas entre los usuarios de Internet (según publicó el diario El País un 75% de los internautas españoles utilizan alguna red social). Hay que ir donde están los usuarios y hoy en día en las redes sociales hay muchísimos usuarios potenciales.

¿Se trata de una moda pasajera? Hay quien parece opinar que esto no es más que el capricho de un grupito de "alucinados por lo nuevo" que se dedican a esto porque es "megachachiguay". Además lo hacen improvisando, sin una mínima planificación y sin un objetivo claro. Pues no. Quizá no haya que estar "alucinados por lo nuevo" pero tampoco podemos quedarnos contemplando lo que pasa. Éste es un tren al que hay que subirse en marcha o no subir. Se trata de experimentar y todo experimento encierra en sí la misma posibilidad de fracaso o de éxito. Y además, seamos claros, el principal problema en nuestras administraciones públicas sería de tipo económico: un fracaso que además cueste un dinero al bolsillo del contribuyente es mayor que si el coste ha sido únicamente de tiempo. ¿Podemos permitirnos ese "lujo"? Yo creo que sí.

Nuestra presencia en las redes sociales podría ayudar a cambiar nuestra imagen. Porque, lo niegue quien lo niegue, muchos siguen pensando que la biblioteca no es más que un sitio para estudiar que lo único que ha de ofrecer es espacio de sobra y calorcito en invierno y fresquito en verano. La bibliotecaria (así, en femenino), es una señora solterona, borde, con gafas, que para lo único que sirve es para mandar callar. ¿Nos gusta el panorama? A mí, desde luego, no. Creo que, por ejemplo, aparecer en Tuenti, la red social que más usan nuestros estudiantes, para informarles de que somos mucho más que eso sería un avance para desterrar el tópico. No se trata de entrar en sus vidas, en meternos en lo que no nos llaman. Se trata de estar a su lado cuando nos necesiten, que será cuando se enfrenten a la vorágine de la información. Así tal vez consigamos que cuando se dirijan a nosotros no sea para que subamos la calefacción o bajemos el aire acondicionado.

Pero claro, también podemos adoptar la postura paternalista que llevamos acarreando tanto tiempo. Pobrecitos los usuarios, que no saben nada; menos mal que aquí estamos nosotros para remediarlo. Ellos sólo reciben información, la infomación que nosotros les haremos llegar porque somos los únicos que sabemos manejarla. Eso se ha acabado. El usuario no es ya un mero receptor de información, sino que la genera y la transmite. Si lo único que hacemos nosotros es decirles: "¡No, así no se hace, déjame a mí que te digo como es!" al final nos darán la espalda y harán la guerra por su cuenta. No nos necesitarán, o al menos eso creerán ellos. Por eso, ¿no será mejor ayudarles dándoles la importancia que tienen, sabiendo que la tecnología actual les ha puesto al mismo nivel que el nuestro en el ciclo de vida de la información? Si no comprendemos esto, si lo desdeñamos en nombre de esos supuestos servicios que tienen "probada eficacia" (que, por cierto, nadie habla de eliminar, ni siquiera modificar) será cuando esa brecha digital inversa se abra ante nosotros. Ofreceremos muchísimo a los usuarios, pero ellos preferirán hacer la guerra por su cuenta y seguiremos tan invisibles e incomprendidos como hasta ahora.

23.9.09

La brecha digital inversa

Yo siempre he entendido el término "brecha digital" como la imposibilidad de acceder a las tecnologías que permiten utilizar la información por causas que pueden ser económicas, sociales, culturales, etc. Esta brecha puede incrementar considerablemente las ya de por sí enormes diferencias que existen entre el mundo rico, industrializado, digitalizado y esa otra parte, que además es la más numerosa, que bastante tiene muchas veces con buscar lo mínimo para subsistir.

En ese mundo rico, en el que en principio esta brecha no sería tan grande o profunda, podría surgir ahora otro tipo de hueco, de una naturaleza bastante distinta. Un hueco debido a una segunda revolución tecnológica que pasa ante nosotros con la velocidad del rayo y a la que nos debemos aferrar si no queremos vivir de espaldas a la realidad.

"Segunda revolución" y "espaldas a la realidad", dos expresiones que merecen tal vez un comentario preliminar. Segunda porque en nuestro mundillo, las bibliotecas y afines, ya hubo una primera revolución años ha, cuando los ordenadores dejaron obsoletos esos tradicionales armaritos de fichas que para muchos siguen siendo, junto a las Reglas de Catalogación, el más sagrado símbolo de la profesión bibliotecaria. Cuando hace ya casi veinte años los nuevos sistemas de recuperación de información permitieron que se encontrasen registros bibliográficos independientemente del término de búsqueda que se utilizase, el estar sólo un minuto pensando en cuál sería el encabezamiento principal de un asiento bibliográfico pasó a ser una terrible pérdida de tiempo. Pero hubo quien no lo entendió así y siguió esgrimiendo su Libro, las Reglas, en el nombre de la esencia de la profesión. Vivir a espaldas de la realidad, en definitiva.

Y cuando todavía hay quien no lo ha asimilado, viene la segunda revolución. De la Web estática, unidireccional, a la Web social, que propicia la participación de los usuarios en el ciclo de la información. ¿Qué hacemos ante esto? De todo. Muchos piensan aún que esto de las redes sociales, los mundos virtuales, etc., no es más que una moda pasajera y una bobada en la que no se puede perder el tiempo. Pero la realidad es tozuda: ¿dónde están nuestros usuarios? (Y ahora me refiero sobre todo a las bibliotecas universitarias) Nuestros usuarios, estudiantes, jóvenes, están en las redes sociales. Si queremos llegar a ellos no nos basta con tener unas magníficas páginas Web (que, sin duda es necesario tener), sino que hay que acercarse a los lugares donde están, y hoy por hoy esos lugares son las redes sociales. ¿Que no tenemos claro esto? Ahí es donde se abrirá la nueva brecha digital, la brecha digital inversa, la que surgirá porque, aun disponiendo de la tecnología y pudiendo utilizarla, demos la espalda a los sistemas de comunicación que emplean nuestros usuarios.

No se trata de entrar en su vida, de ser sus amigos. Se trata de acompañarles en este fascinante viaje que es navegar por el océano de la información. Se trata de estar a su lado, sin molestar, sólo interviniendo cuando nos lo piden o cuando se trate de darles una información que sabemos les va a interesar. De lo que no se trata es de despreciar esto, de considerarlo una simple moda, de seguir encerrados en nuestras torres de marfil de espaldas a esos usuarios a los que debemos servir, no de los que nos debemos servir para justificar nuestra existencia utilizando la célebre máxima ilustrada: "todo para el usuario, pero sin el usuario". Abramos nuestras puertas a las redes sociales, no les demos la espalda.

14.9.09

Los mundos virtuales se multiplican


Hasta ahora siempre que hablamos de mundos virtuales tenemos en la cabeza el más conocido, Second Life. Pero hace bastante tiempo que dejó de ser el único. Un simple vistazo a la recopilación hecha por Hispagrid nos dará una idea de las diferentes tecnologías que están ya en marcha para hacer de los mundos virtuales una herramienta de código abierto y que además sea posible enlazarlos entre sí, para hacer de la interacción en tres dimensiones otro modo de navegar por el océano de la información.

Una de estas tecnologías es OpenSim, con la que yo he hecho algunas pruebas (la imagen que encabeza este texto es una isla que creé utilizando como servidor un PC normal y corriente). Cada vez va mejorando un poco más y, sobre todo, se va independizando de Second Life casi completamente (porque en principio había que utilizar el mismo visor -programa cliente- para entrar; ya se han desarrollado visores propios e independientes). OpenSim permite que creemos en un servidor propio un mundo virtual que luego podríamos insertar en un "grid" como el de Second Life. Ya existen numerosos "grids" de este tipo, uno de cuyos ejemplos es el español Hispagrid; pero hay bastantes más.

A veces he soñado despierto con que nuestras redes o consorcios de universidades creaban un "grid" académico español en el que las diferentes universidades insertábamos nuestros mundos virtuales creados con alguna de estas plataformas de código abierto y formábamos así una red académica de entornos virtuales multi-usuario en 3D sin tener que depender de los propietarios de Second Life. Una red que además se podría enlazar con los diferentes "grids" que fuesen surgiendo. ¡Quién sabe! Quizás algún día se cumpla...

31.7.09

Crónica quinta del todo incluido


(Las cotizadísimas hamacas de la piscina)

Parafraseando a Alma Cándida, una admirada colega "bloguera", juré que no lo haría pero lo hice. Este año he vuelto a un hotel en régimen todo incluido que me ha servido para convencerme finalmente de todo lo (malo) que vi el año pasado. Otra vez Andalucía, en esta ocasión Punta Umbría, en un establecimiento que tal vez sea el más grande en el que he estado: no habría venido mal un autobús para desplazarse de un lado a otro.

Nuevamente turismo nacional sobre todo. Este año he echado de menos de verdad a los raritos alemanes y a los alborotadores ingleses. Mis queridos compatriotas me han acabado de convencer de que somos un país por civilizar.

Describamos la familia prototípica; mayoritariamente procede de Sevilla o de algún otro lugar no demasiado lejano. Él, el Curro, lleva esos ricillos típicos en el pelo, un medallón con la cadena más gruesa que había en la joyería y que sujeta un disco dorado de unos cinco centímetros de diámetro con alguna imagen de su devoción. Desayuna ya con algún pelotazo, habla siempre en voz alta y luce una oronda barriga cervecera, bañadores de lo más hortera y algún que otro tatuaje más o menos obsceno o ininteligible (haciendo aquí un inciso, me he preguntado en ocasiones qué pasaría si a esos que se hacen tatuajes con letras chinas el artista, en una humorada, le escribiese algo como "soy idiota y este tatuaje que me he hecho en un idioma que no entiendo lo demuestra" y luego el susodicho hiciese un viaje a China...)

Ella, la Paqui, también habla siempre a voces, se queja siempre de este hotel y de todos en los que ha estado, siempre hace lo que le da la gana incluso contra las indicaciones de unos camareros que tienen milimetrado el comedor y siempre protesta por todo. Posiblemente se levanta a las siete y media de la mañana para reservar cuatro o cinco hamacas de la piscina, a pesar de que claramente se dice en carteles muy visibles que no se puede y de que los vigilantes jurados tienen orden de retirar toda toalla que esté por allí antes de las diez de la mañana. Eso obliga a que la Paqui discuta con el guardia o a que el Curro se tenga que quedar empollando cual gallina la toalla y que tengan que desayunar por turnos.

Nos queda el nene, el Yosua, excesivamente gordo, casi hasta la deformidad, que come quince bocatas al día -aparte de las comidas-, se atesta de batidos de chocolate y de cualquier cosa con exceso de grasa y siempre está a las órdenes de sus papás para ir a reservar doce sillas a cualquier sitio donde se celebre alguna de las actividades que brinda el hotel o para que el Curro, la Paqui y el resto de la panda (porque estas familias suelen ir de dos en dos o de tres en tres) puedan acabar la jornada a base de cubatas. Por supuesto, no salen del hotel ni para ver de qué color es la acera de la calle.

La playa, magnífica: los Enebrales de Punta Umbría es un espacio natural protegido donde mis queridos compatriotas tenían el cuidado de depositar todo tipo de porquerías: botellas vacías, latas de refrescos, pañuelos de papel, paquetes de tabaco, etc., que gentilmente lanzaban desde el camino de madera que teníamos marcado precisamente para no estropear el entorno. Algún que otro mostrenco de aspecto extranjero con síntomas etílicos y en calzoncillos se saltó las vallas y se dedicó a hollar con su pezuñas las protegidas dunas. Bien es cierto que hubo quien debió de pagarlo bastante caro: supimos que habían encontrado a un muerto no lejos del sendero. Nos hablaron de "bandas de lituanos".

Las grandes mareas dejaban por la mañana mucho espacio de playa que recorrían no sólo vendedores de cerveza, refrescos y chucherías -y unas cometas en forma de avión que se rompían sólo con mirarlas- con sus carretillas cargadas hasta los topes, sino también numerosos africanos que ofrecían ropa, baratijas y también artículos de marca falsificados y discos y películas pirateadas. Aunque unos parecían tener cierto tipo de autorización, imagino que los de las falsificaciones y copias pirata estarían allí por acción de las mafias que se dedican a traficar con personas.

El último día, una sorpresa. Casi todos los días había visto moverse por la playa, a cierta altura, una especie de dirigible con un nombre pintado. Sólo una vez se acercó lo suficiente a nosotros para comprobar que lo llevaba un joven atado a la espalda; le acompañaba nada menos que el Risitas, sí, el de "!cuñaaaaaaaao!", que con ese medio tan peculiar anunciaba sus actuaciones "expontáneas" (así, con equis) en el local cuyo nombre adornaba el globo. La gente se hacía fotos con él...

Esta vez no hay opciones: no habrá una sexta crónica como esta. No quiero más Curros, ni más Paquis ni más Yosuas. ¡Viva Alemania!

18.6.09

Despejando dudas



Ayer mismo una compañera, de baja por enfermedad los dos últimos años, me expresaba su estupor ante los tremendos cambios de esa etapa. Cuando ella se fue, las redes sociales no experimentaban el furor actual, un furor que lleva a muchos al escepticismo y a la duda. Ahora, a la vuelta, intenta ponerse al día un tanto mareada por la vorágine...

¿Sirven realmente para algo? ¿Hay que pensárselo mucho antes de utilizarlas en nuestras bibliotecas? En el vértigo en que vivimos pensárselo mucho puede significar perder el tren. Subirse a él en marcha puede suponer golpes y magulladuras. Ahí está el dilema. Yo soy de los que opina, como decía la canción, que "el que quiera comer peces, que se acuerde del refrán".

Todas estas dudas podrían sin duda quedar resueltas si analizamos lo que está ocurriendo en Irán. Un régimen opaco, autoritario, de esos que piensa que cercenando la información garantiza su continuidad. Eso era así hasta que llegó Internet o, casi mejor dicho, cuando las redes sociales facilitaron enormemente la comunicación entre las personas.

Así que Twitter ya no es esa cosa rara en la que algún actor famosete cuenta sus tonterías, sino el medio, el único medio que tienen muchos iraníes para informar al resto del mundo lo que sus autoridades quieren ocultar. Facebook ya no es esa "cosa" en la que se cuelgan fotos bobas y se hacen pruebas absurdas ("¿Qué mueble del atrezzo de Los hermanos Marx en el Oeste eres?"), sino la vía de expresión con la que los ciudadanos de Irán se saltan la férrea censura impuesta por su régimen teocrático.

Pero seguirá habiendo ciegos, de los que cumplen con otro dicho: "no hay mayor ciego que el que no quiere ver."

22.5.09

El intrusismo en 20 minutos


¡Vaya revuelo que montó la carta de una lectora indignada al periódico gratuito 20 minutos sobre el intrusismo en nuestro mundillo! Normalmente, cuando este asunto surge, cual recidiva, en medios profesionales como Iwetel no suele causar más que tedio, pero en este caso, al exponerlo en un medio de difusión amplia, produjo reacciones que supongo no se esperaban: ¡ah! ¿Pero es que para ser el "encargao" de una biblioteca hay que estudiar?

Ante éste, el enésimo (y uno de los más surrealistas que recuerdo) debate sobre el intrusismo, se me ocurren una serie de premisas que parecen cumplirse siempre y de reflexiones que expongo a continuación:

1. Aún no he visto que la cuestión la plantee una persona que lleve ya algunos años trabajando en el sector. Siempre surge entre jóvenes con trabajos precarios o directamente en paro, o que han fracasado ante unas oposiciones. Jóvenes que han estudiado una carrera con entusiasmo (o al menos eso se supone) y a los que se ha dicho durante varios años que serán imprescindibles para la sociedad, que las empresas se pegarán por ellos porque no pueden permitirse el lujo de no contar con expertos en gestión de la información y demás. Jóvenes que luego, al enfrentarse a la jungla del mercado de trabajo se dan cuenta de que no era oro todo lo que relucía y que sus perspectivas pasan por el empleo precario o las becas o por seguir estudiando para aprobar unas oposiciones (exactamente igual ocurre con muchas otras carreras). Y cuando el trabajo no te va a buscar, cuando sólo te ofrecen becas o cuando ves que no te aprueban las oposiciones meramente por la titulación que tengas, surge la ira, se busca el culpable y a veces se encuentra: el intruso.

2. No deja de hacerme gracia el argumento de "si me van a operar de apendicitis quisiera que lo hiciese un médico, no un ingeniero de caminos; igualmente, si me van a atender en una biblioteca, quisiera que lo hiciese un titulado". ¡Ja! Como si de nuestro trabajo dependiese la vida de los usuarios. Mala comparación, a fe mía, aunque hay que reconocer que sería impactante si al menos fuese creíble. ¿Qué es "atender en una biblioteca"? ¿Qué carrera faculta más a una persona para atender a un usuario que pide la última novela del último premio Nobel? ¿Enseñan eso en algún sitio? Otros utilizan el argumento de las Reglas de Catalogación y de la CDU sobre todo cuando estamos entre profesionales. Lástima que en esta era de la tecnología y del Web 2.0 haya que recurrir a lo más obsoleto y anclado en el pasado para justificarnos...

3. De los comentarios se deduce claramente lo que ya sabíamos casi todos: la gente asocia biblioteca con depósito-pudridero de alumnos histéricos en época de exámenes. Todo lo demás que hacemos les importa un bledo (y si no es así, lo disimulan divinamente). ¿Cómo nos va a extrañar, pues, que se asombren de que haya una carrera que cualifique sólo para cuidar de una sala de estudio? Casi valdrían más nociones de jardín de infancia o de instalación y mantenimiento de aire acondicionado...

4. Conclusión: dejemos de perder el tiempo peleándonos por el intrusismo y ahorremos esas energías desperdiciadas en hacer saber a la sociedad que valemos para algo más que para aliviar a los padres de apuntófagos en época de exámenes.

13.5.09

Miedos compartidos, pero cada uno por su lado...


Acabo de asistir a unas interesantes Jornadas sobre la comunicación en las redes sociales que ha organizado el Instituto Universitario "Agustín Millares" de mi Universidad (UC3M). En principio creí haber metido la pata, porque como en el título no se especificaba el tipo de "comunicación" resultó que era una reunión de periodistas. Pero lo curioso fue que, a medida que iban avanzando las ponencias, me di cuenta que si sustitíamos las palabras "periodista" y "periódico" por "bibliotecario" y "biblioteca" no hubiese pasado nada. No sólo porque ellos también se quejaban de los "muy apegados" al papel (léase en nuestro caso las Reglas de Catalogación) que no quieren saber nada de estas cosas, sino por su miedo, ante la llegada de las redes sociales, a perder el papel tradicional que les ha correspondido como mediadores entre la información y sus receptores.

Quizá los bibliotecarios sentimos esto antes, con la llegada masiva de Internet a nuestras vidas; en el fondo para ellos entonces la cosa no fue más que la adaptación a un nuevo formato. Pero las posibilidades que dan herramientas como las bitácoras, que permiten a cualquiera publicar lo que desee para un público más o menos amplio (pero que potencialmente es todo aquél que esté conectado a Internet) sí que rompieron totalmente sus esquemas.

Ante eso ¿qué hacer? ¿Cuál sería su nuevo papel? Pues ante tal cúmulo de información que nos llega queramos o no, alguien tiene que seguir siendo ese intermediario que filtre, seleccione y ayude al usuario para que la información que le llegue sea realmente la que busca, le sea últil y le ayude a crear opinión y a ver las cosas desde un punto de vista crítico. ¿Nos suena?

Sí, eso es lo que muchos bibliotecarios sitúan (situamos) ahora bajo el cartel de "alfabetización en información". La tecnología sacudió nuestras venerables y (a veces) vetustas instituciones y nos arrastró a asumir nuevos papeles. Y ese es uno de los más importantes. Los periodistas opinan igual... Ahora bien: el ponente dijo que "estaban solos en su tarea". Yo no pude resistirme y repliqué que nosotros queríamos asumir la misma tarea (y en algunos casos lo estábamos haciendo) y que incluso contábamos para ello con ayuda oficial... ¿No sería mejor trabajar juntos (o al menos unos a la vista de los otros) ya que manejamos el mismo material, la información? No es mejor converger para llegar al mismo punto que ir, cada uno por su cuenta, en paralelo...?

(Quién me ha visto y quién me ve... Yo, por ahí, defendiendo la ALFIN...)

23.4.09

Feliz Día del Libro (a secas)


Hoy, 23 de abril, día festivo en tantos lugares de España, celebramos también el Día del Libro al coincidir con la fecha de la muerte de dos de los grandes genios de la literatura occidental, Cervantes y Shakespeare -que, como sabemos, murieron en la misma fecha pero no el mismo día. Una tradición que nació en Cataluña, se extendió al resto de España y que finalmente internacionalizó la Unesco en 1996. Pero le puso un estrambote: "Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor".

Yo prefiero eliminar esa segunda parte. No porque el Derecho de Autor me parezca algo malo, negativo que haya que ocultar. Ni mucho menos. El problema está en esas agencias tributarias paralelas que lo esgrimen para querer cobrar hasta por el aire que respiramos. Organismos que meten detectives en las bodas, que cobran cánones preventivos y por tanto nos consideran a todos como potenciales delincuentes, que han conseguido unas penas desproporcionadas para quienes vulneran la Ley de Propiedad Intelectual y que quieren minar el papel de las bibliotecas como difusores de la cultura cobrándonos su impuesto. Que, por cierto, ¿a quién aprovecha? Iba a ponerme a buscar datos para mostrar que de lo recaudado una inmensa mayoría se la quedan las propias entidades para seguir funcionando (esto es, cobrando, que es lo suyo) y que además lo que se reparte es casi ridículo y sólo beneficia a una minoría de asociados (¡y nos quieren hacer creer que sin ello no vivirían!) pero casi mejor es leer el magnífico mensaje que mi genial compañera y sin embargo amiga Cigarra ha publicado en su bitácora sobre este mismo asunto. Disfrutadlo.

¡Feliz Día del Libro! Sin apellidos.

16.4.09

Reflexión 2.0

Muchas, muchas cosas se están escribiendo y debatiendo sobre la Web 2.0 y la biblioteca 2.0 últimamente. Unas buenas, otras no tanto; unas entusiastas, otras un tanto escépticas... Quizá merece la pena hacer un pequeño alto en el camino y pararse a pensar (pero no mucho tiempo, no sea que, como escribí en un texto que amablemente me invitaron a aportar al blog de SEDIC, el tren pase de largo y luego no venga otro).

No voy a insistir, porque es de lo que hablan los anteriores mensajes de esta bitácora, en el tratamiento que la prensa da a las redes sociales, aunque es de temer que, como ocurrió el año pasado con Second Life, las pasen del cielo al infierno cuando les parezca oportuno. Más me interesa ver cómo estamos reaccionando nosotros, los bibliotecarios, ante esta revolución.

Porque de revolución ha de hablarse cuando vemos cómo las nuevas herramientas permiten que aquellos que hasta hace poco eran meros receptores pasivos de información, los usuarios, puedan pasar a ser protagonistas destacados del ciclo evolutivo de esa misma información, desde que se genera hasta que llega a su receptor. Esa es la filosofía que ha de imperar, la de la participación. Pero, ¿sin matices?

Se dice en ocasiones que los que están inmersos en este torbellino tienen un entusiasmo que no les permite ver más allá de la tecnología y atisbar precisamente a esos usuarios que se supone han de ser los principales beneficiarios de todo esto. Puede ser verdad. Pero, ¿se puede hablar de paternalismos, de ese considerar al usuario como un niño al que hay que enseñar a andar? Ni una cosa ni otra. Es evidente que nuestro trabajo se ha de orientar a cubrir las necesidades reales de los usuarios. De nada vale trabajar un montón para que luego ese trabajo no tenga sus frutos. Pero no creo que haya que caer en una situación semejante a la de las televisiones, en las que todo vale por la audiencia.

Porque al igual que un horroroso programa de cotilleos o un "reality show" con famosetes semidesnudos en una playa tropical es mucho más factible en una televisión que un documental sobre animalitos (el habitual objetivo de rechifla televisiva y siempre tratado como sinónimo de hipnótico o sedante), también sería mucho más valorado por nuestros usuarios que abriésemos 24 horas al día dando sólo servicios de hostelería (alojamiento y climatización) que estando presentes en todas las redes sociales habidas y por haber o por poner en marcha un catálogo en el que permitiésemos la participación de los usuarios en la clasificación de documentos, por ejemplo. ¿Hemos pues, de trabajar sólo después de haber encuestado a los usuarios para ver qué nos piden? ¿Y si sólo nos piden que abramos todo el día y que pongamos una cafetería?

Sé que el pretender ir un poco por delante de los usuarios y ofrecerles cosas que, aunque en principio no nos hayan pedido, pueden ser muy útiles para ellos choca con todos los dogmas pasados, presentes y futuros, pero mi opinión es que en nuestro caso es imprescindible. Lo es cuando nos consideran meras salas de estudio y sólo se acuerdan de nosotros cuando hay exámenes, y lo tiene que ser aún más ahora cuando podemos ofrecer muchos servicios en los sitios en los que ellos están. ¿Por qué ha de ser una aventura crear un perfil en Facebook? ¡Si ya tenemos nuestros grupos de impacto formados y organizados!

Es evidente que un momento de vorágine como el actual hace que sea difícil no verse arrastrados por ella y que se tenga que pensar bien lo que se hace para no llevarse por modas pasajeras o poner en marcha proyectos simplemente porque otros lo están haciendo. Pero también hay que acordarse del refrán: "El que quiera peces..."

25.3.09

Comparaciones desafortunadas


El escándalo o como lo queramos llamar que ha supuesto la descarada comercialización de la agonía, muerte y funeral de Jade Goody ha llevado a los medios de comunicación a comparar esa práctica con el uso que dan los ciudadanos a las redes sociales. Ayer mismo el diario El País publicaba un artículo titulado Tu 'eximidad' contra mi intimidad en el que situaba en el mismo plano los esfuerzos de la infortunada joven británica por asegurar el porvenir de sus hijos vendiendo sus miserias a la televisión con las frases que los usuarios de Facebook suelen poner en su cuadrito "escribe algo". Vamos, que es comparable lo de "estoy hasta las narices de la alergia" o "buenos días, brodels" con aparecer en una camilla saliendo de un hospital, agonizante, camino a tu casa para morir con las cámaras de la televisión en directo.

¿Qué es lo que ocurre? ¿Por qué la prensa echa pestes sobre todo lo que huela a red social y semejantes? Cuando el verano pasado el objetivo era Second Life yo pensé que no era más que la típica "serpiente de verano", pero vista la ofensiva actual creo que la cosa va más allá. Me da la impresión de que estos medios ven en las redes sociales un potencial enemigo que si se desarrolla "demasiado" será imbatible. Por eso hay que atacar ahora, antes de que sea demasiado tarde. Intentaron subirse al carro con cosas como esas del "yo periodista", pidiendo a los lectores de sus versiones digitales que mandasen fotos u otros materiales, pero no parece suficiente. Algo tienen que hacer para que el flujo de la información siga teniendo que pasar por sus tamices (¿siempre fiables?) y no quede en manos de la gente, en las redes sociales.

De ahí que haya que generar debates que algunas veces pueden tener fundamento (por ejemplo, cuando alguna red social pretendió apoderarse a perpetuidad de los materiales que aportan sus usuarios), pero que otras parecen más bien pura demagogia. Y son debates que a veces se extienden a grupos en los que no deberían existir. Por ejemplo, no hace mucho se habló en Iwetel de ello y había quien se llevaba las manos a la cabeza por el temor a que nuestra privacidad se viese violentada. Nuestra privacidad sólo se podrá ver violentada si nosotros queremos, ya que los datos que aportamos a las redes sociales, que yo sepa, no exigen comprobación alguna y serán tan veraces como nosotros queramos. ¿Quién me impide a mí darme de alta en una red social como luchador de sumo japonés o como adolescente loca por el cantante de moda? ¿Alguien me va a exigir que lo demuestre? Y por otro lado, ¿por qué nos preocupa tanto la privacidad aquí y no en otros campos mucho más escandalosos? Hace algunos años recibí una carta del Canal de Isabel II, la empresa que suministra el agua a Madrid y su área metropolitana, en la que me decían que si no les contestaba por escrito, cederían todos los datos míos que estaban en su poder a una empresa para que los utilizase como le diera la gana. ¿No es esto mucho más escandaloso? ¿No tendría que ser obligatorio más bien lo contrario, es decir, que yo diese mi autorización por escrito y no echar mano del "quien calla otorga"? ¿Cuántos datos de personas mayores o que no pudieran por un motivo u otro mandar esa carta al Canal se comercializaron impunemente?

Por otro lado, esta misma semana, tras anunciar que la Biblioteca de la Universidad Carlos III había abierto su página en Facebook, hubo quien hizo una serie de críticas en las que me dio la sensación de que se comparaba esta página con una página Web corriente y moliente. ¿Por qué no aparece tal cosa, por qué no aparece tal otra, por qué no puedo ver esto, lo otro...? Si no tenemos claro que una página dentro de una red social está dirigida fundamentealmente a las personas que están en esa red social (y concretamente en Facebook hay muchas, relacionadas de una u otra manera con la Universidad Carlos III) y que una página Web digamos "tradicional" tiene vocación universal, pues apaga y vámonos.

21.2.09

Lo de los políticos es de traca...

Muy esclarecedor el siguiente vídeo elaborado por una asociación vecinal de Getafe. Nuestras bibliotecas (escribo como vecino de Getafe) siguen utilizando el préstamo manual y todos los fondos hasta el año 2000 se han de buscar en un armarito de fichas. ¡Y el concejal tiene la cara dura de decir que "tienen tecnología punta" y que quieren estar "en la cima de la Comunidad de Madrid"! ¡Tecnología punta de finales del XIX y cima del morro y la desidia diría yo! No os perdáis el video, no tiene desperdicio:

13.2.09

Primero fue Second Life... ¿Ahora las redes sociales?


Si no hubiese habido ya una campaña de desprestigio en la prensa española hacia Second Life ("sitio donde un montón de vagos quieren ganar dinero sin trabajar o cometer perversiones sexuales") no me sorprendería de que ahora las redes sociales sean el objetivo del varapalo. Va a resultar que la culpa del "bullying" posmoderno (esto es, cibernético) o de las desapariciones de adolescentes las tienen las redes sociales, ¡qué malas son! ¡Si para lo único que sirven es para que nos roben los datos y alguna banda internacional compre coches de lujo con los datos robados de nuestras tarjetas de crédito...!

Vamos, que la ignorancia es libre. Y viene toda esta parrafada a cuento porque todavía hoy tengo que leer en un periódico: "No creo que Facebook vaya a ser como Second Life, que terminó siendo un bluff", dicho por un "creativo" publicitario. Como me ha dicho hoy un colega: "los hay que cuando no consiguen forrarse en un sitio lo consideran un bluff". Como no consigan forrarse aquí, ya sabéis...

12.1.09

Abriendo (y entremezclando) caminos


Aunque va a hacer casi un año que creé una cuenta en Facebook, hasta hace muy poco no "he entrado a saco" en esa red social. En principio entré allí para intentar buscar a compañeros de promoción de mi Facultad, ya que no falta mucho para que hagamos las bodas de plata (¡qué horror!) Pero después empezaron a darse de alta compañeros de la biblioteca, nos lo empezamos a pasar pipa y di un paso más.

Que ha sido crear una página para nuestro campus en Second Life, de manera que haya otra forma de darle publicidad. Ya habido quien se ha hecho "fan" (amigos y compañeros sobre todo). También he creado un grupo llamado "Bibliotecarios y educadores hispanohablantes en Second Life", en el que se han apuntado personas más que interesantes y por medio del cual he convocado una reunión informal a finales de mes en nuestra isla para intercambiar experiencias y compartir ideas. Seguiremos informando.