23.9.09

La brecha digital inversa

Yo siempre he entendido el término "brecha digital" como la imposibilidad de acceder a las tecnologías que permiten utilizar la información por causas que pueden ser económicas, sociales, culturales, etc. Esta brecha puede incrementar considerablemente las ya de por sí enormes diferencias que existen entre el mundo rico, industrializado, digitalizado y esa otra parte, que además es la más numerosa, que bastante tiene muchas veces con buscar lo mínimo para subsistir.

En ese mundo rico, en el que en principio esta brecha no sería tan grande o profunda, podría surgir ahora otro tipo de hueco, de una naturaleza bastante distinta. Un hueco debido a una segunda revolución tecnológica que pasa ante nosotros con la velocidad del rayo y a la que nos debemos aferrar si no queremos vivir de espaldas a la realidad.

"Segunda revolución" y "espaldas a la realidad", dos expresiones que merecen tal vez un comentario preliminar. Segunda porque en nuestro mundillo, las bibliotecas y afines, ya hubo una primera revolución años ha, cuando los ordenadores dejaron obsoletos esos tradicionales armaritos de fichas que para muchos siguen siendo, junto a las Reglas de Catalogación, el más sagrado símbolo de la profesión bibliotecaria. Cuando hace ya casi veinte años los nuevos sistemas de recuperación de información permitieron que se encontrasen registros bibliográficos independientemente del término de búsqueda que se utilizase, el estar sólo un minuto pensando en cuál sería el encabezamiento principal de un asiento bibliográfico pasó a ser una terrible pérdida de tiempo. Pero hubo quien no lo entendió así y siguió esgrimiendo su Libro, las Reglas, en el nombre de la esencia de la profesión. Vivir a espaldas de la realidad, en definitiva.

Y cuando todavía hay quien no lo ha asimilado, viene la segunda revolución. De la Web estática, unidireccional, a la Web social, que propicia la participación de los usuarios en el ciclo de la información. ¿Qué hacemos ante esto? De todo. Muchos piensan aún que esto de las redes sociales, los mundos virtuales, etc., no es más que una moda pasajera y una bobada en la que no se puede perder el tiempo. Pero la realidad es tozuda: ¿dónde están nuestros usuarios? (Y ahora me refiero sobre todo a las bibliotecas universitarias) Nuestros usuarios, estudiantes, jóvenes, están en las redes sociales. Si queremos llegar a ellos no nos basta con tener unas magníficas páginas Web (que, sin duda es necesario tener), sino que hay que acercarse a los lugares donde están, y hoy por hoy esos lugares son las redes sociales. ¿Que no tenemos claro esto? Ahí es donde se abrirá la nueva brecha digital, la brecha digital inversa, la que surgirá porque, aun disponiendo de la tecnología y pudiendo utilizarla, demos la espalda a los sistemas de comunicación que emplean nuestros usuarios.

No se trata de entrar en su vida, de ser sus amigos. Se trata de acompañarles en este fascinante viaje que es navegar por el océano de la información. Se trata de estar a su lado, sin molestar, sólo interviniendo cuando nos lo piden o cuando se trate de darles una información que sabemos les va a interesar. De lo que no se trata es de despreciar esto, de considerarlo una simple moda, de seguir encerrados en nuestras torres de marfil de espaldas a esos usuarios a los que debemos servir, no de los que nos debemos servir para justificar nuestra existencia utilizando la célebre máxima ilustrada: "todo para el usuario, pero sin el usuario". Abramos nuestras puertas a las redes sociales, no les demos la espalda.

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