(Playa de El Toyo-Retamar, Almería)
Pues sí, he reincidido y por cuarta vez consecutiva (espero que sea la última, de verdad), he pasado unos días en régimen de "todo incluido" en un hotel de la costa de Almería. Un hotel bastante más pequeño de los que he conocido los años anteriores y por lo tanto con una mayor densidad de población.
En mis otras experiencias llegué verdaderamente a tomar manía a los alemanes y sus rarezas, así que casi me alegré al comprobar que la inmensa mayoría de los huéspedes eran compatriotas, andaluces por más señas. Pero...
¿Andaluces? ¿De Granada, Málaga, Cádiz, donde hay playas mejores? ¡Claro! ¡Si no vienen a la playa! ¡Vienen a no salir del hotel en una semana! No fue de extrañar, pues, que la única piscina pareciese siempre la del Parque Sindical en los 60, que fuese imposible encontrar una hamaca libre (y eso que no brillaban precisamente por su limpieza) y que las porquerías (vasos y platos usados, sobre todo) campasen a sus anchas a escasos metros de las papeleras. Porque los alemanes serán raritos, pero al menos son un poco más cívicos y menos guarros que mis estimados compatriotas.
Compatriotas a los que, por cierto, tengo que agradecer que mitigasen un poquito el complejo que siempre me asalta cuando ando en cueros y que se debe, fundamentalmente, a mis kilitos de más (algo a lo que contribuye y no poco la exagerada ingesta de cerveza en este tipo de alojamientos), pues quizá sean éstas las vacaciones en las que más obesos he visto. Obesos de ambos sexos y de toda edad. ¡Qué hermoso se te cría el niño, María! Sí, María está creando un obeso que arrastrará el problema toda su vida... Lo mío es de comer y beber en exceso siendo ya adulto, pero el que los es a los siete años...
La zona en la que he estado, El Toyo, dentro del término municipal de Almería, se podría poner como ejemplo del despilfarro que en ocasiones se hace cuando un evento importante tiene lugar. En 2005 esa ciudad acogió los Juegos del Mediterráneo y con ese motivo se creó esta zona turística pensada para aprovechar el terreno sin degradarlo. Frente al hotel, un curioso parque nos separaba de una playa extraordinariamente bien acondicionada pero en la que era imposible bañarse sin calzado adecuado. Unos tablados de madera formaban un laberinto que conducía tanto a la playa como a un mirador, presidido por un viejo búnker supongo que de la guerra civil y desde el que había unas bellas vistas de la bahía. Por las noches, unas tenues luces azules marcaban el camino por los tablados...
Frente al hotel, un enorme centro de convenciones, de aspecto muy moderno... abandonado. Junto al hotel, al lado de un bonito lago artificial en uno de cuyos lados había un auditorio al aire libre, un curioso y amplio espacio con aspecto de centro comercial... abandonado. ¡Tanta inversión para nada! Lo que no se puede negar es que el sitio era tranquilo...
Prometo no reincidir.
En mis otras experiencias llegué verdaderamente a tomar manía a los alemanes y sus rarezas, así que casi me alegré al comprobar que la inmensa mayoría de los huéspedes eran compatriotas, andaluces por más señas. Pero...
¿Andaluces? ¿De Granada, Málaga, Cádiz, donde hay playas mejores? ¡Claro! ¡Si no vienen a la playa! ¡Vienen a no salir del hotel en una semana! No fue de extrañar, pues, que la única piscina pareciese siempre la del Parque Sindical en los 60, que fuese imposible encontrar una hamaca libre (y eso que no brillaban precisamente por su limpieza) y que las porquerías (vasos y platos usados, sobre todo) campasen a sus anchas a escasos metros de las papeleras. Porque los alemanes serán raritos, pero al menos son un poco más cívicos y menos guarros que mis estimados compatriotas.
Compatriotas a los que, por cierto, tengo que agradecer que mitigasen un poquito el complejo que siempre me asalta cuando ando en cueros y que se debe, fundamentalmente, a mis kilitos de más (algo a lo que contribuye y no poco la exagerada ingesta de cerveza en este tipo de alojamientos), pues quizá sean éstas las vacaciones en las que más obesos he visto. Obesos de ambos sexos y de toda edad. ¡Qué hermoso se te cría el niño, María! Sí, María está creando un obeso que arrastrará el problema toda su vida... Lo mío es de comer y beber en exceso siendo ya adulto, pero el que los es a los siete años...
La zona en la que he estado, El Toyo, dentro del término municipal de Almería, se podría poner como ejemplo del despilfarro que en ocasiones se hace cuando un evento importante tiene lugar. En 2005 esa ciudad acogió los Juegos del Mediterráneo y con ese motivo se creó esta zona turística pensada para aprovechar el terreno sin degradarlo. Frente al hotel, un curioso parque nos separaba de una playa extraordinariamente bien acondicionada pero en la que era imposible bañarse sin calzado adecuado. Unos tablados de madera formaban un laberinto que conducía tanto a la playa como a un mirador, presidido por un viejo búnker supongo que de la guerra civil y desde el que había unas bellas vistas de la bahía. Por las noches, unas tenues luces azules marcaban el camino por los tablados...
Frente al hotel, un enorme centro de convenciones, de aspecto muy moderno... abandonado. Junto al hotel, al lado de un bonito lago artificial en uno de cuyos lados había un auditorio al aire libre, un curioso y amplio espacio con aspecto de centro comercial... abandonado. ¡Tanta inversión para nada! Lo que no se puede negar es que el sitio era tranquilo...
Prometo no reincidir.
1 comentario :
Hola, y enhorabuena por el blog. Hoy mientras navegaba por internet he visto al iniciativa del autor de El hueco del viernes, pretende recopilar un listado de 1000 en castellano blogs sobre literatura, y a continuación hacer una publicación tipo Quién es quien, te dejo el enlace por si no conocias la idea y te interesa apuntarte: http://elhuecodelviernes.blogspot.com/2008/06/en-busca-de-los-1000-blogs-literarios.html
saludos, eva
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