8.5.18

"Un escritor en ciernes" y "La novena", dos nuevos casos de la inspectora Gutiérrez


Marta Nieto
(Foto CC BY-SA 3.0 Jerry Management)

¿Que por qué empiezo esta entrada con una foto de la actriz Marta Nieto? Muy sencillo. Es un regalo por aguantarme. Si os queréis imaginar el aspecto de la inspectora Susana Gutiérrez, pensad en ella. Si algún día hicieran una serie con mi inspectora de protagonista y si me dejasen elegir ella sería quien interpretase a una de mis criaturas favoritas... (Si la queréis ver más "en Susana", mirad aquí). 

Pero bueno, hemos comenzado desvariando un poco, ¿no? Sí, bastante. Aunque no os ha de extrañar demasiado, ya que las dos novelas de las que os voy a hablar hoy son, en cierto modo, fruto del desvarío, pues algo de locura hay en esto de que a uno le guste escribir y en ocasiones se desata...

Un escritor en ciernes


Hace unos veinte años escribí un cuento que se titulaba así, Un escritor en ciernes. El protagonista, un aprendiz de escritor, un aficionadillo con ciertas ínfulas, se enfrentaba al proceloso mundo de los premios literarios. La idea me vino de una noticia que vi en un telediario, relacionada con un certamen en el que el jurado tenía la deferencia de recibir a los participantes no premiados para explicar el motivo de que su magnífica obra no hubiese sido la elegida. Lo que vi y oí en ese reportaje se me quedó grabado, tanto como para incluir la escena en aquella historia que, dicho sea de paso, tenía mucho de sarcástica (y tal vez algo de mala baba...) Pasado el tiempo, metido yo mismo de uno un otro modo en ese mundillo de los aprendices de escritores, sentí la necesidad de reírme un poco de mis propias ínfulas, algo que nunca viene mal. (¿Que no tengo ínfulas? Releed el primer párrafo de este mensaje...) Por suerte para mí, mi chica, una de las personas más sensatas que conozco, me suele poner los pies en el suelo. En mis delirios, a veces la comparo con esos esclavos que en los triunfos de los generales romanos iban a su lado para decirles al oído "recuerda que eres mortal" y que así las muestras de admiración que veían no se les subieran a la cabeza. En mi caso no es que haya habido muchas muestras de esas, pero también necesitaba flagelarme un poquito. Y para ello me aproveché de mi querida inspectora Gutiérrez, a la que hice pelearse con aspirantes a escritores en esta historia, en la que nos la encontramos estupefacta en más de una ocasión a cuenta de lo que se encuentra. También saqué partido a aquel añejo cuento, alguna de cuyas frases -incluso algún párrafo- recuperé en esta breve novela que escribí entre octubre y diciembre del año pasado y de la que no hablé en el momento de sacarla a la luz porque estaba ocupado con otros asuntos, como bien sabréis quienes tengáis la tremenda amabilidad de frecuentar esta bitácora. Y, cómo no, me serví de mi experiencia personal en estos meses, muchas veces gratificante, otras no tanto.

La novena


Y, claro, Susana se tendría que vengar por utilizarla así... Mucha autoflagelación, sí, pero eso de creerse un diosecillo y hacer con tus personajes lo que te venga en gana... Llegó la novena novela protagonizada por ella, una historia que tenía que ser singular por cuanto el nueve es un número mágico para los amantes de la música, como lo soy yo y como lo es ella. Nueve sinfonías compuso Beethoven, al igual que otros grandes genios como Schubert, Bruckner, Dvořák, Mahler... Bueno, en realidad Schubert terminó siete y media, Bruckner compuso once, Mahler, supersticioso él, hizo una trampa para que la Novena fuese realmente la Décima... ¡Vale, vale! Me estoy yendo por los cerros de Úbeda. Esto no es Modus mixolidius. Como iba diciendo antes de esta digresión musical, la novena historia protagonizada por Susana tenía que ser especial y he procurado que lo sea. Quien lea las primeras páginas -gratis en Amazon- no tardará en darse cuenta. Daré una pista: siempre me llamó la atención lo que hizo don Miguel de Unamuno en su "nivola" Niebla, o, para ser más exacto, lo que hace Augusto Pérez, uno de sus personajes. Una cita de esa "nivola" encabeza el "preludio" de este caso de la inspectora Gutiérrez. Si en Un escritor en ciernes yo saldaba de alguna manera cuentas conmigo mismo como aprendiz de escritor, en La novena es mi personaje más querido quien lo hace. Y aquí lo dejo. En la trama, un estudiante muerto en una biblioteca -otra obsesión del autor, ¿por qué será?- y una secta de chiflados buscando hacer una fechoría importante.

(Por cierto, he sabido que hay otra novela que se titula así, La Novena -en mayúsculas, ahora veréis por qué-, cuya autora es la escritora chilena Marcela Serrano. La suya va en mayúsculas porque se refiere a una finca -un fundo, como dicen por allí- donde vive su exilio interior el protagonista, durante la dictadura de Pinochet. La mía no es más que un humilde ordinal...)

¿Dónde consigo estas dos nuevas historias?

Muy sencillo, en Amazon las tenéis tanto en papel como en formato Kindle. Os pongo los enlaces para que tardéis menos:



Epílogo

Y no os olvidéis de que el 24 de mayo se presenta Variaciones sobre tres nombres. Es en la Biblioteca "Eugenio Trías", en pleno Retiro. No faltéis.





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