La planificación
Una biblioteca se debe a sus usuarios y sólo ellos son quienes justifican su existencia. Una biblioteca sin usuarios es una biblioteca muerta. Por lo tanto es necesario poner en práctica procesos de promoción de sus servicios teniendo en cuenta las necesidades del usuario. En paralelo con la empresa comercial, estaríamos hablando de "estudios de mercado".
No podemos ir a tontas y a locas; hay que tener muy claro lo que se quiere hacer y, cuando se tomen decisiones, las actividades que se realicen habrán de cumplir con lo siguiente:
- Que estén dentro de la política general de la biblioteca
- Que tengan en cuenta los recursos de que disponemos
- Que sean sostenibles a medio y largo plazo (vamos, no de "usar y tirar")
- Que las pueda llevar a cabo la propia biblioteca, que tendrá que asumir los problemas que se deriven de ellas tras haber puesto los medios que se requieran.
Si queremos planificar hay que partir de algo, hay que tener datos, evaluar. Para ello nos pueden valer los estudios de usuarios (paralelo a los "estudios de mercado"). Cuando emprendamos una nueva aventura bibliotecaria, hay que hacer un seguimiento para comprobar si realmente se cumple lo que nos hemos propuesto. Por lo tanto, es necesario que eso que nos proponemos se pueda medir y comparar (esto es, que no sea una mera abstracción). Midiendo el grado de cumplimiento podremos evaluar lo que hacemos. Si no partimos de estas bases, estamos perdiendo el tiempo. Si no sabemos a cuántos usuarios va dirigida una campaña o ni siquiera si esos usuarios se van a enterar de su existencia, entonces apaga y vámonos. La planificación y la evaluación evitan este desperdicio de tiempo.
El análisis de la situación
Sin datos no se pueden tomar decisiones. Si queremos aplicar la mercadotecnia a las bibliotecas precisamente lo que estamos buscando es tomar decisiones y llevar a cabo actividades que hagan que se cumplan los objetivos que nos marcamos.
En las empresas comerciales existe un concepto mercadotécnico que se conoce como "espacio" o "distanciamiento", existente entre lo que ellas creen que es lo mejor para sus clientes y lo que realmente piensan los propios clientes. La moderna gestión empresarial tiene como una de sus tareas fundamentales eliminar este espacio y ha dado origen a lo que se denomina "orientación hacia el cliente" de la actividad de las empresas.
Si nos referimos a las bibliotecas, podemos ver cómo los bibliotecarios muchas veces nos erigimos en "tutores" de nuestros usuarios pensando que sólo nosotros seremos capaces de darles lo que realmente necesitan. De esta manera, tomamos decisiones sobre selección de fondos, uso de salas de lectura, plazos de préstamo y demás sin contar con ellos. La opción contraria sería que los usuarios y sólo los usuarios tuviesen que ser consultados para tomar dichas decisiones. Ni tanto ni tan calvo: ambas opciones son malas. Ni bibliotecarios "tutores" ni "tiranía del usuario".
Es, por tanto, fundamental realizar un análisis de los usuarios. Para ello, se puede aplicar uno de los aspectos de la mercadotecnia que mejor se puede adaptar a nuestro mundillo: la "segmentación del mercado", que podríamos traducir como "análisis de los grupos de usuarios". Nos basamos en que los usuarios son distintos entre sí por diferentes razones (sexo, edad, profesión, nivel cultural...) y esta diferencia da lugar a variadas necesidades y demandas. Con la segmentación pretendemos aplicar técnicas de mercado diferenciadas para cada uno de los grupos que identifiquemos y satisfacer así mejor sus expectativas.
No hablamos de nada nuevo en nuestro mundo. Las bibliotecas universitarias siempre han diferenciado varios grupos con necesidades y demandas distintas: alumnos de primeros ciclos, alumnos de tercer ciclo, profesores, PAS... e incluso en la biblioteca pública existe una separación entre el público infantil y el adulto, aunque se han ido incorporando posteriormente otros grupos claramente distintos (amas de casa, ancianos, inmigrantes...) A pesar de ello, se sigue insistiendo en la adaptación de la biblioteca a las necesidades del usuario. Algunas han pretendido realizar la división atendiendo no a los criterios objetivos indicados, sino en función de elementos subjetivos que influyen sobre el uso de la biblioteca, como las actitudes de grupo, las expectativas, la comodidad, etc. Se ha estudiado, por ejemplo, el grado de utilizacíón de los servicios, lo cual da otro punto de vista para la relación con los usuarios y ayuda a tomar decisiones relativas al incremento o disminución de lo que se ofrece, la importancia que le dan los usuarios, la ubicación de los diferentes servicios o su promoción.
Además de los estudios que la biblioteca pueda realizar de sus grupos de usuarios, es muy importante que las autoridades de las que dependen, ya sean locales o autonómicas, pongan a su disposición datos de los estudios que realizan, como los de tipo demográfico, de nivel de lectura, de uso de nuevas tecnologías, etc., muy útiles para tomar decisiones.
(Continuará)
No hay comentarios :
Publicar un comentario