Hace un tiempo que he dejado bastante de lado algunos asuntos que tiempo ha me acompañaban, como puede ser el narcotizante uso de los móviles en las bibliotecas o el dilema entre biblioteca y sala de estudio. Pero de vez en cuando la cosa se reverdece, como me ha ocurrido esta semana cuando he leído una columna del diario pacense Hoy que se refería al irracional uso que actualmente hacen la mayoría de los alumnos universitarios (y cada vez más los no universitarios) de las bibliotecas, sean del tipo que sean.
Recomiendo leerla antes de seguir.
La columna la firma J. R. Alonso de la Torre y se titula De la mesa camilla a la mesa con Wi-Fi y en ella habla con gracia de las enormes diferencias que hay entre la forma actual de "estudiar" y la que había no hace muchos años, en una mesa camilla que era una especie de caos en el que convergían el padre viendo la tele, la madre dando la papilla al bebé, la hermana limpiando lentejas, la tía rezando el Rosario y el estudiante, que sacaba su carrera a pesar de los perdigonazos de Maizena emitidos por el crío pequeño sobre sus libros y cuadernos.
Eso hoy en día sería impensable. Para algunos, la biblioteca es el lugar idóneo para estudiar y, sin duda tienen razón. Pero no para estudiar como lo hacen ellos. Para aprenderse de memoria un taco de folios subrayados vale cualquier sitio silencioso. Y la noche es para dormir, no para intentar rendir más: estudiar de madrugada, se pongan como se pongan va contra la naturaleza humana.
Gusta leer cosas así después de haber asistido un tanto estupefacto al "culebrón veraniego" que una "multitud" de ciento y pico estudiantes han protagonizado en cierta universidad señera de la piel de toro. Un culebrón que hasta sacó al Rector de sus vacaciones. Es como lo de la programación de algunas cadenas: "¿piden excrementos?, pues démosselos... No dejemos a los pobrecitos niños sin su 'apuntoteca-club social late night' donde se aprenden de memorieta nuestros doctos apuntes..."
(Jolines, parece que me ha vuelto la vena anarcobibliotecaria...)
2 comentarios :
No dejemos a los pobrecitos niños sin su 'apuntoteca-club social late night' donde se aprenden de memorieta nuestros doctos apuntes.
Como dice la Frikitecaria Cristina solo les falta que pongamos un cojín cómodo para que no se estropeen su lindo trasero ;-) Con que vértigo cambian las necesidades...
Olé.
Ya me conoces, soy usuario y "bibliotecófilo" pero no bibliotecario.
Y no puedo estar más de acuerdo contigo.
Seré raro, pero a mí siempre me ha dado vergüenza, y me ha parecido absurdo, ir a la biblioteca y sentarme en las mesas si no es para consultar libros.
Y cuando he ido a estudiar porque no tenía otro remedio, he procurado siempre leerme los apuntes antes, en casa, e ir a la biblioteca a repasar en los manuales y libros originales.
Comprendereis lo humillante que es verte expulsado de la sala de consulta de una biblioteca en días de exámenes por estar consultando varios libros en vez de apuntes, por "usurpar" el "legítimo puesto" de uno de esos niñatos con móvil, gameboy y portatil, que lo reclamaba indignado al ver que yo no tenía delante sus miserables 10 hojitas fotocopiadas, sino que "sólo" estaba intentando leer a Plinio.
(para un trabajo).
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